Las Gaviotas: el establecimiento que realiza agricultura orgánica desde hace 15 años.

Realizar agricultura y ganadería de forma sustentable y sostenible en el tiempo, fue posible para este establecimiento en Alejo Ledesma, Córdoba. A continuación, las estrategias implementadas contadas por su administrador, Eduardo Freiwald.

Hace pocos años, la sociedad comenzó a modificar los hábitos de consumo hacia lo natural, lo ecológico y lo orgánico, sumado a una conciencia general del uso de los recursos naturales y el cuidado del medio ambiente.

Pareciera ser que los sistemas de producción agropecuarios van en contramano. Años atrás cuando se labraban los suelos y no existían insumos de origen químico ni transgénicos, nadie parecía valorar los alimentos que se producían.

Es verdad que el gran crecimiento poblacional, llevó a la necesidad de producir más y mejores alimentos en menor superficie. Este fue el puntapié de las empresas para generar y ofrecer en el mercado, las últimas tecnologías.

En esta oportunidad, entrevistamos a Eduardo Freiwald, asesor del establecimiento “Las Gaviotas” en Alejo Ledesma, provincia de Córdoba, acerca de cómo la producción orgánica se mantuvo en pie en el campo durante todos estos años.

Para poner en contexto, el establecimiento cuenta con producción orgánica y convencional, pero nos centraremos en la superficie orgánica. “Hay 380 hectáreas aptas para agricultura que se utilizan también para ganadería, al sembrar pasturas. En otras 380 hectáreas, hay bajos y lagunas, que son suelos más improductivos”, describió Freiwald.

“Fuimos aumentando la superficie de a poco. Inicialmente empezamos con 150 hectareas y luego nos expandimos a las zonas más de bajos y lagunas para incorporar bovinos de carne.”

El campo empezó a producir de forma orgánica en el 2005 y desde ese entonces no frenaron. “No es algo sencillo ni tampoco es fácil de encarar. La parte económica financiera es compleja ya que no son commodities”, puntualizó.

“Los primeros años muchas veces no teníamos compradores, a menos que lo vendieras como convencional. No había tampoco semillas, ni varias cosas que hoy en día es más fácil de encontrar. Por más que sea un sistema de producción viejo, no deja de ser algo nuevo”.

A pesar de todas las trabas que se encontraron a lo largo de estos años, no se desviaron del foco: producir alimentos de calidad, de forma sustentable con el medio ambiente y sostenible en el tiempo.

“El dueño siempre apostó a esto. No fueron los números necesariamente lo que lo motivó a seguir adelante, sino el hecho de cuidar la tierra propia y no hace un uso excesivo de la misma”, aseguró el asesor.

Y agregó: “A un productor convencional no lo vas a convencer por los números. Primero tiene que entender que lo que produce es más sano, tanto por el lado de los alimentos como por el lado de la tierra”.

De todas formas, hoy en día hay más interés por el tema. “Nosotros nos reunimos con un grupo de productores orgánicos mensualmente, donde intercambiamos nuestras experiencias, los insumos que utilizamos, cómo nos fue en la campaña, etc. También tenemos participación con el INTA.”


La importancia de las relaciones intrageneracionales

El personal capacitado también es elemental, y acá entra en juego las relaciones sociales entre generaciones. Como bien explicó Freiwald, gente de avanzada edad ya vivió esto, debido a que antes producían de esa manera. “No teníamos ni fertilizantes, ni agroquímicos, ni transgénicos”.

Al transitar por esta época -cabe remarcar que Freiwald es la cuarta generación que se dedica a la actividad agropecuaria“estamos con algún tipo de ventaja, mientras que los jóvenes muchas veces desconocen el tema. Pero tiene que ver también la educación que hoy dan en las Universidades de Agronomía, donde capaz lo ven en los libros pero queda ahí”, explicó y agregó que de igual manera, el ve interés en los jóvenes en seguir aprendiendo.

“Desde mi visión, cuando apareció la siembra directa junto con el paquete tecnológico, se olvidaron de los 2000 años de conocimiento que teníamos antes. Todo lo que yo aprendí de chico era cuidar el suelo, rotar, hacer pasturas, y de repente nos sacaron todo esto”, se lamentó.


Establecimiento “Las Gaviotas”

Algo para destacar de este campo orgánico, es que nunca dejaron de hacer pasturas en la superficie agrícola, algo que era muy en contra de lo que hacían la mayoría de los productores en la era del boom de la soja. “Teníamos en ese momento la fuerte idea de que en tierra propia debíamos conservar el suelo, y hacer solo agricultura no era conveniente”.

Hoy en día, esta decisión se nota. La tierra no se degradó, no perdió materia orgánica, micro y macro nutrientes, ni demás componentes esenciales, como otros suelos agrícolas de la zona.

Actualmente, se rigen bajo un plan de siembra que elaboraron a un plazo de veinte años. Hacen cuatro años de pasturas y tres años de agricultura. “A pesar de que los primeros años el dueño quería hacer solo agricultura, le explicamos que esto no era factible, ya que la incorporación de bovinos son necesarios por ejemplo, para combatir las malezas. La única forma que tenemos de controlar al Sorgo de Alepo es con pasturas y con la ganadería”.

En cuanto a la agricultura, siembran soja, girasol y maíz. Al consultarle sobre su manejo nutricional, Freiwald destacó que utilizan el Fertilizante Foliar Orgánico GTG.

Al aplicar el biofertilizante, el follaje y vigor de las plantas aumentaron, logrando potenciar el rendimiento tanto en peso como en número de granos.

“Por el momento nos dió muy buen resultado, aproximadamente entre un 10 y 12% de diferencia de rendimiento. Ahora lo vamos a probar en las pasturas (alfalfa, festuca y cebadilla)”.

Por último, Freiwald destacó que únicamente utilizan este producto, ya que es el único que encontraron en el mercado que esté certificado como orgánico por Senasa. “Esta es nuestra única y mejor opción”.

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